En la
Intervención Francesa hizo la campaña de Sinaloa y Nayarit como jefe del
Ejercito de Occidente. Alcanzó el grado de general de división el 2 de
noviembre de 1866. Participó después de manera prominente en el sitio de
Querétaro y Maximiliano le entrega su espada al rendirse.
En la
campaña en contra de los franceses tuvo a sus órdenes a muy distinguidos jefes
republicanos: Doroteo López, Bonifacio Peña, Herrera y Cairo, Rosales, González
y José María Villanueva.
Al
regresar a México, después de doce años de ausencia, fue electo gobernador de
Jalisco tomando posesión el 1° de marzo de 1887. Para combatir la usura fundó
un Monte de Piedad y Caja de Ahorros para pobres. Un nuevo Reglamento de
Instrucción Primaria impulsó la educación, aumentándose las escuelas en el
estado que fueron dotadas de libros y uniformes. Fue el primer gobernante que
visitó todos los cantones, acompañado del procurador de justicia, de un
magistrado y otros funcionarios.
Reformó
la Ley del Notariado, y la reforma más trascendental fue la abolición de las
alcabalas el 10 de octubre de 1887. Así se llevó a efecto en Jalisco la promesa
de los constituyentes de 1857, aunque la medida provocó serias dificultades a
su gobierno. El 15 de mayo de 1888 recibió, gracias a sus esfuerzos, el primer
tren de México, inaugurándose en esta ocasión una exposición industrial y
agrícola. Expidió una Ley de Hacienda y un impuesto especial del timbre de
acuerdo con la Federación. Construyó el Mercado Corona, bajo la dirección del
ingeniero de la ciudad, Ambrosio Ulloa, que fue destruido por un incendio en
1910.
El 10 de
noviembre de 1889, cuando, acompañado de su familia, se dirigía a pie al Teatro
Principal, fue agredido a puñaladas por Primitivo Ron quien, a pocos pasos del
crimen se atravesó el corazón, cayendo muerto en el acto. Corona falleció el
día siguiente.
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